POR LISETH ZAVALETA
Hace algunos días, Karim Benzema fue presentado como nuevo jugador del Al Ittihad. Su nuevo hogar, el estadio de Jeddah, lucía espectacular como si fuera un kubhz recién salido del horno.
El ex jugador del Real Madrid llegó al país musulmán en donde siempre quiso estar. Su arribo impresionó a la afición árabe, misma que, con los brazos abiertos, ya se prepara para festejar los racimos de goles que, con seguridad, el francés anotará en una liga que, paulatinamente, deja de ser exótica par ser percibida como una buena oportunidad para brillar y, de paso, para ganar una buena suma de billetes.
El Jeddah, en su máximo esplendor, con fuegos artificiales, dio la bienvenida a uno más que se agrega a la lista de los jugadores que hasta esas tierras han llegado para continuar una vida ligada al futbol. Así, en un marco majestuoso, con un estadio lleno de gente y de expectativas, Karim se atavió con la playera de un equipo que respaldó la confianza que depositó en él con una buena suma de dinero.
Benzema decidió iniciar una nueva era futbolística en donde pretende continuar con el éxito que, con base en trabajo y esfuerzo, siempre lo acompañó. Karim se encuentra emocionado porque llega, en el ocaso de su carrera, la oportunidad de jugar para Al Ittihad, un equipo que presume en su vitrina veintisiete trofeos de campeón de liga.
Karim tiene tantas cualidades como alabanzas hacia su trayectoria. ¿Qué lo que lo ha llevado hasta ahí? Algunos podrían decir que su potencia, su equilibrio emocional, su certeza para definir, su don de goleador…No obstante, también deberá señalarse que, si el francés es lo que es, esto también se debe a su templanza, paciencia, sencilles y constancia.
Hoy, si Arabia Saudita no es más un sitio turístico por su hermosa arquitectura y por su tradición mística, que se manifiesta en sus museos y que se halla en su gastronomía única; hoy, Arabia Saudita, es un destino que todos quisiéramos visitar para atestiguar los últimos años como profesional del gran Karim Benzema.