Mexatlethics

Lo que no ha dicho Larcamón

POR OMAR RODRÍGUEZ 

En otras circunstancias, perder apenas dos juegos de catorce disputados sería algo que, casi cualquiera, firmaría en un papel en blanco.

Pero estamos en otros tiempos. No es ya la época de los descensos y las penas, las derrotas y las humillaciones, las excusas y los discursos livianos de técnicos como Romano, José Guadalupe Cruz, Héctor Hugo Eugui, José Saturnino Cardozo y un largo etcétera de personajes que poco hicieron con y por La Franja.

Estamos en otro momento en la historia del Puebla. El presente no es el mejor, claro está. Sin embargo, tampoco es el peor. Dos victorias parecen poca cosa. Diez empates parecen una exageración (y lo son). Dos derrotas, siendo objetivos, es un récord que no es para despreciar. El problema es que hoy se conjugan dos cosas que no se pueden ocultar: la afición se acostumbró a tener a un equipo ganador y ese equipo ganador se convirtió en uno que bien juega, pero que no gana.

¿CUÁL ES LA RAZÓN?

Para ser sincero, el problema de este Puebla no parece que pase por la cancha sino por la cabeza. Si empatas diez juegos y en ellos francamente no fuiste superado, el hecho te indica que el rival no fue más que tú. Si empatas diez juegos y de ellos, en seis ventaja tenías, el hecho te indica que lo que merma al equipo es la falta de vocación a mantener el marcador y, por recibir goles en minutos finales, el indicador muestra que una buena parte de la culpa corresponde a la falta de atención de la defensa y, por supuesto, al entrenador. Y es que quien falla diez veces consecutivas en algo, por supuesto, algo nuevo debería intentar, claro, sin renunciar a un estilo.

Hoy, Puebla está golpeado. Hoy, Puebla no está eliminado. Ahora que el torneo está por concluir en su etapa regular, Larcamón no ha dicho lo que todos sabemos ya: el Puebla es un equipo que hace más de medio año perdió la confianza y al que desborda la presión del rival en los minutos finales, esto a pesar de que mantiene el corazón y la vocación por agradar con su juego a su noble afición.

Puebla no está en crisis. Puebla, si recupera la confianza y se sacude el nerviosismo que lo colma en los últimos diez minutos de los juegos, sería aquél que recientemente ha peleado por hacerse de su tercera corona en el futbol mexicano.

Nunca está de más aceptar lo que no se puede ocultar.