Por Omar Rodríguez Tello
@RodriguezOmar83
“Uno se da cuenta de las capacidades que tiene hasta que se te presenta algo que te reta”, dijo José Roberto Nieva Maldonado, mexicano que vive desde hace catorce años en Europa, esto tras marchar durante 443 kilómetros en el marco de la segunda edición de la Marcha de los Campeones, misma que inició en Lyon y que culminó en París luego de una docena de extenuantes días.
José Roberto Nieva Maldonado, ex jugador de futbol americano colegial y declarado seguidor del equipo Puebla, contó para Mexatlethics cómo se convirtió en el primer mexicano en formar parte de esta marcha, así como el motivo que lo impulsó a superar el cansancio, el sueño, el hambre, el intenso calor y también las lesiones que lo aquejaron.
“Al iniciar este año yo me encontraba muy mal de salud. En una mudanza se agravó mi situación física porque empeoró una hernia discal y eso realmente era muy doloroso. Además del dolor, que era tan intenso que me impedía caminar, no podía jugar con mi hijo Maximiliano y eso era realmente lo que más me dolía pues me entristecía pensar que no podría ser un padre activo para él y que no podría jugar ni hacer con él tantas cosas que pensé.
En el momento más doloroso, mi esposa Isabel me compró una bicicleta elíptica y poco a poco empecé a ejercitarme hasta que después de algunas semanas pasé de los 3 kilómetros a los 12. Con ese ejercicio mejoró mi condición y a eso se sumó la labor de un fisioterapeuta para que lograra retomar mi salud. Fue un proceso lento y doloroso, pero lo hice gracias al deseo de jugar con mi hijo”.
La Marcha de los Campeones es un evento fundado por Yani, un entrenador deportivo francés, quien con base en un método denominado “Bloquea tu mente”, demuestra que el cansancio físico y los retos que esto implica pueden pasar a segundo término cuando se toma como referente el poder de la mente.
“Más de 800 personas solicitaron formar parte del grupo de cinco que al final recorrimos esos 443 kilómetros. Enviamos un video en el que explicábamos las razones por las que queríamos participar y no importaba si eras atleta de alto rendimiento porque lo valioso era lo que uno pudiera aportar al grupo. Fui el único mexicano entre un grupo de franceses, pero el tema cultural fue algo muy interesante porque todos tenían orígenes de lugares como Argelia, Túnez, Italia y Senegal.
Iniciamos el 21 de junio y desde el principio fue un gran reto porque en la marcha no llevamos alimento, agua y mucho menos dinero por lo que dependíamos de lo que la gente que nos encontráramos a nuestro paso nos pudiera brindar. Jamás pedimos algo, lo que sucedió es que Yani, que era el único que podía ocupar el celular, a través de sus historias de Instagram informaba por dónde íbamos y así la gente de los lugares que recorrimos salió a encontrarse con nosotros”.
José Roberto Nieva Maldonado no estuvo exento de momentos complicados, mismos que lo exigieron al máximo a nivel mental y físico.
“El momento más difícil fue cuando empecé a sufrir una periostitis, que es una inflamación de los huesos de la parte inferior de la pierna. El dolor fue intenso y el reto muy grande porque a pesar del dolor tenía que caminar en un asfalto que estaba a más de 50 grados y con un calor terrible.
Superé esa fase de la marcha y continué, principalmente motivado por mi hijo Maximiliano y por mi esposa Isabel, quien, por cierto, fue la encargada de informar a mis familiares y amigos sobre los avances de cada jornada de marcha en donde en promedio superábamos de 38 a 45 kilómetros por día”.
Tras demostrarse a sí mismo que los límites no son para aceptarlos sino para retarlos y superarlos, José Roberto Nieva Maldonado llegó a una conclusión: “Lo que uno puede hacer con la mente firme es algo increíble. Si marchar 443 kilómetros sin dinero, agua y alimento ya es algo considerablemente difícil, hacerlo con problemas físicos y en situaciones precarias lo vuelve doblemente difícil, sin embargo, la solidaridad y el no darse por vencido puede llevarnos a lograr cosas impresionantes”.