Omar Javier
POR OMAR RODRÍGUEZ
En abril de 2008, Puebla se encontraba a un paso del descenso. Los resultados positivos no se le daban a una Franja lacerada. Nerviosismo había en cuerpo técnico y jugadores. Incertidumbre en una afición que, no hacía mucho, disfrutaba el regreso de su club a Primera División.
En la jornada 15, jugada un domingo al mediodía, Pachuca llegaba como favorito al estadio Cuauhtémoc. Mas el equipo del Chelís, aunque limitado, salió bravo. Javier Cámpora y el Ruso Zamogilny adelantaron a los de casa; los Tuzos no demoraron en alcanzar y, otra vez, pusieron a los anfitriones a temblar. Pero Joaquín Velázquez, con remate de cabeza, clavó el tercero, aquel que le antecedió a otros dos, signados por el argentino Cámpora.
En la inercia de su remate, el Morocho Velázquez fue chocar el rostro con la testa del Chaco Giménez. El defensa del Puebla se llevó la peor parte. Su nariz, destrozada quedó. El área chica de los Tuzos regada quedó con la sangre de Joaquín. Mas de esas gotas rojas no se lamentó el defensa que alguna vez pidió a Chelís la oportunidad de jugar para que sus hijos lo vieran alinear. El Morocho aguantó el dolor; se quebró la nariz, pero jamás quebró sus intenciones de salvar al equipo de esta ciudad. Al final, Puebla ganó 5-2 y con ello se puso a un punto de la salvación, la cual, eventualmente, consiguió.
Este miércoles por la noche se juega la jornada 13 y otra edición del Puebla contra Pachuca. Hoy, no por fortuna sino por consecuencia de trabajo honesto, Puebla lleva más de tres años lejos del último lugar de la tabla general. Hoy, Cámpora es un efímero recuerdo. Hoy, el Chaco no es más jugador. Hoy, Joaquín Velázquez vive en Perú donde asiste a Juan Reynoso en la Selección Nacional. Hoy, Puebla, dicen los que se van con la fácil para categorizar al equipo, es el rey del empate. Hoy, el Puebla de Larcamón puede perder o empatar, pero este equipo, a pesar de estar en una racha de medianía, en lo que a nivel de juego se refiere es de lo mejor que hay en la Primera División.
