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Un comentario, una molestia y un adiós costoso para Puebla

POR OMAR RODRÍGUEZ

Las formas esconden el fondo. Y, en el caso de la salida de Antony Silva, las formas —baratas palabras de agradecimiento expuestas en las redes sociales del Puebla al que fue su mejor hombre en los últimos tres años— exponen el fondo: el guardameta paraguayo le resultaba incómodo al cuerpo técnico liderado por Eduardo Arce y, como éste, joven aun, no supo, no quiso o no pudo resolver las diferencias con uno de los mejores guardametas que a La Franja ha llegado desde el extranjero, optó por presionar para que el seleccionado guaraní se fuera del equipo.
Por desgracia para el equipo y para la afición, en un partido de jornada incierta, Silva comentó algo que no le cayó nada bien a Eduardo Arce. ¿La molestia era comprensible? Claro. Sucede que hay temas que, como sucede en cualquier lugar, se deben tratar en privado, sin embargo, cuando se trabaja en un sitio donde la interacción es cotidiana y enérgica, la privacidad en un vestidor es algo imposible.
Arce pensó —quizá con razón¬— que, si permitía esa crítica o intromisión a su forma de trabajo, el vestidor se le vendría abajo. ¿Tenía algo de razón? Por supuesto. Y es que debemos ser claros: un plantel de jugadores con experiencia en primera y con salarios que son muy superiores al que recibe el entrenador, fácilmente puede irrespetar la jerarquía del estratega por más novato que éste sea —como lo es Arce—.
Nuevos comentarios de Antony molestaron a Arce. Sin embargo, ¿quién dice que un jugador no puede exponer su punto de vista?, ¿qué regla indica que un jugador no puede tener certeza mientras su técnico vive en el error? ¿Silva no tiene la jerarquía para opinar? Las respuestas las sabes bien; sin embargo, el entrenador de Las Franja prefirió cortar una fructífera relación laboral con el portero de la Selección de Paraguay que arreglar las diferencias. ¿Costaba tanto exponer puntos de vista y aceptar yerros de comunicación?
En el vestidor de los clubes profesionales hay códigos —algunos que rayan en lo dictatorial—. Hoy, Antony Silva no es más jugador del Puebla. ¿En algo se equivocó el paraguayo? Seguramente. ¿En algo influyó Arce para su salida? No hay la menor duda. Lo cierto es que pasarán algunos años para que el arco de Puebla tenga a otro portero de los tamaños del gran Antony Silva.
De Puebla se fue Antony Silva. No lo veremos más atajar penaltis en el Cuauhtémoc. En el pasto del dos veces campeón mexicano ya no veremos al paraguayo tener esas espectaculares noches de viernes. Silva no volverá a jugar una liguilla con Puebla. Nos quedamos sin escuchar, en voz de Christian Martinoli, el ya famoso: ¡Antooonyyyyyyyyyyy!